Trabajo Practico N°3
El agua es un recurso natural, pero también es un bien común. Lo consideramos un recurso ya que es un elemento de la naturaleza al que la sociedad recurre y al cual le brinda un valor determinado y se apropia de él, además contribuye a su bienestar y a su desarrollo. Sin embargo también decimos que es un bien común debido a que es una necesidad básica para la vida humana, ya que todos y cada uno de los habitantes de este planeta tienen derecho acceder a el agua, aunque en la actualidad muchos países no respetan esto, se usa y se generan distintas formas de apropiación, un ejemplo claro es nuestro país donde empresas privadas se apropian y venden el agua (como villa del sur) si bien es una reserva natural no deja de ser privada y el agua se vende. Esto se debe a que el estado otorga derechos a empresas de explotación de capital privado a cambio de algún cobro, un impuesto.
En la actualidad existe un debate ético entre quienes defienden el agua como un bien social relacionado con el derecho a la vida y aquellos que lo asumen como un negocio millonario. Por lo tanto el agua pertenece al bien común de la Tierra y de la Humanidad porque es un bien natural común, vital e insustituible para todos los seres vivos, especialmente por los humanos que tienen derecho a su acceso independientemente de los costos de su captación, reserva, purificación y distribución que serán asumidos por el poder público y por la sociedad.
29 de abril de 2014
21 de abril de 2014
Recursos naturales y servicios ambientales
Lia Bachman en su texto hace relación a los servicios ambientales
“Los servicios ambientales se diferencian de las funciones ecosistémicas en tanto que estas forman parte inherente de los procesos e interacciones ecosistémicas, independientemente de la valoración social que puede hacerse de ellas (Morello y Pengue,”
“Los servicios ambientales, en cambio, son considerados como prestaciones que brindan los componentes o los procesos de los ecosistemas a la sociedad, en tanto esta los valora. Por ejemplo, las áreas silvestres y las cuencas hidrográficas generan servicios ambientales como la reducción y el almacenamiento de carbono y otros gases con efecto invernadero, la conservación de la biodiversidad, la protección de recursos hídricos, la belleza escénica o la mitigación de impactos de inundaciones, derrumbes, sequías, etc.”
Uno de los casos encontrados es sobre la polinización:
Las abejas en la polinización
Entre la infinidad de insectos que participan en la polinización, la abeja melífera (Apis mellífera) es con mucho la más eficaz. Este predominio se acentúa en el caso de las plantas de interés agrícola. Si hace varios años de cada cien insectos visitadores, las abejas eran 70-80, hoy día, debido al progresivo retroceso de especies polinizadoras salvajes a causa de las condiciones ambientales, el porcentaje alcanza el 90-95% de todas las visitas de insectos. Por lo tanto se puede considerar a la abeja como una profesional de la polinización.
La función polinizadora también se relaciona con la organización colectiva de miles de individuos y con el ciclo biológico de una colonia de abejas. Sólo ellas, al superar en masa el invierno, están preparadas y con todas sus energías en la primavera para el trabajo de polinización que da inicio en muchas hectáreas de cultivo.
Haciendo un recuento, vemos que en una colonia de medianas dimensiones viven unos 60.000 individuos, de los que 2/3 (unos 40.000 aproximadamente) más o menos salen todos los días a por polen y néctar, con una frecuencia diaria de 15 ó 20 viajes, durante cada uno de los cuales visitan de 30 a 50 flores. Una vez hechas las cuentas, para una sola colonia, en un día alcanzamos ya la magnitud de millones de flores visitadas diariamente. Si consideramos, por experimentos realizados, un radio medio de trabajo de 1.500 m, cada colmena se encargaría de 700 hectáreas de terreno. Si además tenemos en cuenta que cada flor cede a la abeja néctar en cantidades que se miden en miligramos, para cada kilo de miel hacen falta cientos de miles de visitas. Este rápido repaso nos puede dar una idea de la magnitud del fenómeno.
La gran capacidad de adaptación de la abeja a cualquier tipo de flora es otro tanto a su favor, y más aún al estar combinada con su estricta fidelidad a una especie vegetal dada, pues cuando las abejas han elegido una especie determinada, trabajan con ella hasta que agotan sus reservas tanto de néctar como de polen. De hecho, los granos de polen que transportan en sus patas son, en el 90% de los casos, de una sola especie en concreto.
La dimensión agrícola actual revaloriza el papel de la abeja como profesional de la polinización. La modernización de la agricultura, basada en los monocultivos, los cultivos protegidos, el recurso a la hibridación y el uso creciente de variedades autoestériles requieren un importante trabajo de polinización, concentrado en poco tiempo y en codiciones especiales (invernaderos).
Y un motivo del predominio de la abeja como polinizador son los considerables y no siempre positivos cambios que la sociedad humana provoca en el medio. La contínua extensión de las áreas urbanas, la deforestación, la contaminación ambiental, además del tipo de agricultura que acabamos de mencionar y sobre todo el recurrir a la química en cantidades masivas, a menudo indiscriminadas, para la lucha contra las plagas de los cultivos, han provocado la disminución y la total desaparición en algunas áreas de los polinizadores salvajes: abejorros, abejas solitarias, avispas, dípteros, coleópteros, etc, que en cierta medida contribuían a la polinización.
En cada ocasión en que una abeja recoge néctar de una flor o bien néctar y polen y se desplaza a otra para hacer lo mismo realiza uno de los actos más importantes y beneficiosos para las plantas pues las ayuda en la polinización de sus flores. Es importante resaltar que todo el cuerpo de la abeja se halla cubierto de pelos rígidos a los que el polen se adhiere transportándolo hasta otra planta, muchas disponen de un polen de unas característica determinadas y que facilitan de por sí el agarre a la abeja. Cuando por propia iniciativa la abeja recoge polen y debe llenar las cestas de las patas con las bolas que prepara, necesita hacerlo de muchas flores y es entonces cuando la función de polinización se realiza de forma óptima si consideramos además que solo recoge de una sola especie con lo que se produce una simbiosis entre abeja y planta muy importante.
La polinización en las flores de las plantas equivale a la cópula entre las especies del reino animal, y si no se realiza o se hace de forma deficiente los frutos de esa planta tendrán defectos y serán menos.
La contribución que las abejas realizan se manifiesta como una interacción entre el reino vegetal y animal verdaderamente admirable, el vegetal procura el sustento de las colonias y estas por el solo hecho de recogerlo ayudan a la planta a tan importante función, calculándose que un gran porcentaje de cultivos y también de vegetación silvestre esta directamente beneficiada, la supervivencia de numerosas especies de plantas depende en gran medida de la polinización de los insectos en general y de las abejas en particular.
La Fundación Amigos de las Abejas en colaboración con otras entidades instala colmenares de polinización en zonas donde se observa un déficit de insectos polinizadores y no acceden apicultores profesionales por falta de rentabilidad como ocurre en zonas de montaña con difícil acceso o que han sufrido incendios recientemente.
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